En esta festividad anual, los hogares se convierten en campos de batalla decorativos. Árboles que compiten por el título de "más brillante", luces parpadeantes que desafían la visión periférica y adornos que luchan por espacio en cada rincón disponible.
Ese momento del año en el que el planeta se sumerge en una locura consumista, donde el viejo barbudo vestido de rojo (creado por la coca que bebes, no la que aspiras) se convierte en el CEO supremo del comercio y las luces parpadeantes compiten por ser visibles desde el espacio.
Es cuando nos volvemos detectives buscando el regalo perfecto para aquellos que no sabemos realmente qué quieren, mientras las tiendas juegan al descuento como si fuera un deporte olímpico.
Y muchas veces, regalamos cosas que nunca llegan a necesitar.
Las mesas navideñas se convierten en arenas de gladiadores gastronómicos. Desde perniles y pavos hasta panes de pascuas que nunca vencen compiten por la atención, se desata una batalla por el título de "plato más sabroso", mientras los comensales se llenan hasta el límite y se prometen dietas futuras que a menudo no llegan.
Pero claro, en ese encuentro familiar, No puede faltar ¡LA MÚSICA!
Esas melodías que nos atacan desde todos los rincones y nos persiguen hasta en sueños, como una tortura musical que parece no tener fin y Rudolph el reno se convierte en héroe por ser el único que trabaja esa noche... y tal.
Es por eso que en #ComparteMusica sabemos que el típico Jingle Bells y el burrito sabanero te tienen zombie y el Mr Carajo junto a Pedro de @musicologosla, se visten de ese santa que siempre soñaste creando una playlist para que la vaciles en tu intercambio de regalos disfrutando tus tragos de Santo Borracho y estrenando tu polera, consíguelas AQUÍ
Y luego... lo más detestable de la navidad: la resaca post-navideña.
Los árboles despojados de su esplendor, envoltorios de regalos desechados y restos de cena. La euforia se desvanece, y el mundo parece suspirar aliviado por el fin de esta locura anual, donde te toca recalentar lo que quedó y terminar las botellas que en la noche no acabaste.
En resumen, la Navidad es una combinación de caos organizado, una amalgama de consumismo, competición festiva y banquetes excesivos. A pesar de ello, también es un tiempo donde la familia y amigos se reúnen, los corazones se calientan y, en ocasiones, las sonrisas son genuinas.
La Navidad puede ser un torbellino caótico, pero dentro de ese remolino, hay destellos de magia y momentos que valen la pena atesorar. Así que; brindemos por esta locura organizada que llamamos Navidad !
